Acuérdate de lanzar mis cenizas al mar y vende la casa y
métete a monja y hazte una sopa de primero y huevos fritos con poca sal de
segundo, que ya sabes como tienes la tensión y coge el AVE a Sevilla y un
autobús a Matalascañas y desde allí: me lanzas.
Aquí estoy, en casita, delante de la taza del wáter con la
dichosa urna que me han dado en el crematorio.
La abro y tiro las cenizas.
Siempre fuiste muy mandón, Mariano.
Acciono el botón de la cisterna y cierro la tapa.
Ya llegarás al mar, cariño…
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